"La viva y verdadera devoción, ¡oh Filotea!, presupone el amor de Dios; mas no un amor cualquiera, porque, cuando el amor divino embellece a nuestras almas, se llama gracia, la cual nos hace agradables a Dios; cuando nos da fuerza para obrar bien, se llama caridad; pero, cuando llega a un tal grado de perfección, que no solo nos hace obrar bien, sino además, con cuidado, frecuencia y prontitud, entonces se llama devoción."

San Francisco de Sales
Bendice, ¡oh alma mía!, a tu Dios y que todas mis entrañas alaben su santo Nombre, porque su bondad me ha sacado de la nada y su misericordia me ha creado.

San Francisco de Sales

De la Santa Misa y cómo se ha de oir

No te he hablado aún del sol de los Ejercicios espirituales, que es el santísimo y soberano Sacrificio de la Misa, centro de la Religión cristiana, alma de la devoción, vida de la piedad, misterio inefable que comprende el abismo de la caridad divina, por el cual, Dios, uniéndose realmente a nosotros, nos comunica con magnificencia sus gracias y favores.
La oración, unida con este divino Sacrificio, tiene una indecible fuerza, de modo que por este medio abunda el alma de celestiales favores, como apoyada sobre su amado, el cual la llena tanto de olores y suavidades espirituales, que parece una columna de humo producida de las maderas aromáticas de mirra y de incienso y de todos los polvos que usan los perfumadores, como se dice en los Cantares.
Procura, pues, con toda diligencia oír todos los días Misa para ofrecer con el sacerdote el sacrificio de tu Redentor a Dios, su Padre, por ti y por toda la Iglesia. Allí están presentes muchos ángeles, como dice San Juan Crisóstomo, para venerar este santo misterio; y así, estando nosotros con ellos y con la misma intención, es preciso que con tal compañía recibamos muchas influencias propicias. En esta acción divina se vienen a unir a nuestro Señor los corazones de la Iglesia triunfante y los de la Iglesia militante, para prendar con El, en El y por El el corazón de Dios Padre, y apoderarse de toda su misericordia. ¡Oh, qué felicidad es para un alma contribuir devotamente con sus afectos a un bien tan necesario y apetecible!
Si por algún estorbo inexcusable no puedes asistir corporalmente a la celebración de este soberano Sacrificio, a lo menos envía allá tu corazón, asistiendo espiritualmente. Para esto, a cualquiera hora de la mañana mira con el espíritu a la Iglesia, ya que no puedes de otro modo; une tu intención con la de todos los cristianos y haz desde el lugar en que te halles los mismos actos interiores que harías si te hallases realmente presente en la iglesia al santo Sacrificio.

SAN FRANCISCO DE SALES

LA CONFORMIDAD CON LA VOLUNTAD DE DIOS

La perfecta conformidad con la voluntad divina es uno de los principales medios de santificación. Escribe Santa Teresa: “Toda la pretensión de quien comienza oración (y no se olvide esto, que importa mucho) ha de ser trabajar y determinarse y disponerse, con cuantas diligencias pueda, a hacer su voluntad conforme con la de Dios..., y en esto consiste toda la mayor perfección que se puede alcanzar en el camino espiritual. Quien más perfectamente tuviera esto, más recibirá del Señor y más adelante está en este camino. No penséis que hay aquí más algarabías ni cosas no sabidas y entendidas; que en esto consiste todo nuestro bien”.Dada la singular importancia de este medio, vamos a estudiar cuidadosamente su naturaleza, su fundamento, su excelencia y necesidad, el modo de practicarla y, finalmente, sus grandes frutos y ventajas.

1. Naturaleza. – Consiste la conformidad con la voluntad de Dios en una amorosa, entera y entrañable sumisión y concordia de nuestra voluntad con la de Dios en todo cuanto disponga o permita de nosotros. Cuando es perfecta, se la conoce más bien con el nombre de santo abandono en la voluntad de Dios. En sus manifestaciones imperfectas se la suele aplicar el nombre de simple resignación cristiana.

2. Fundamento. – Como dice muy bien Lehodey, la conformidad perfecta, o santo abandono, tiene por fundamento la caridad. “No se trata aquí ya de la conformidad con la voluntad divina, como lo es la simple resignación, sino de la entrega amorosa, confiada y filial, de la pérdida completa de nuestra voluntad en la de Dios, pues propio es del amor unir así estrechamente las voluntades. Este grado de conformidad es también un ejercicio muy elevado del puro amor, y no puede hallarse de ordinario sino en las almas avanzadas, que viven principalmente de ese puro amor”.

3. Excelencia y necesidad:“Lo que constituye la excelencia del santo abandono es la incomparable eficacia que posee para remover todos los obstáculos que impiden la acción de la gracia, para hacer practicar con perfección las más excelsas virtudes y para establecer el reinado absoluto de Dios sobre nuestra voluntad”.

4. Modo de practicarla. – En sus líneas fundamentales, ya lo hemos indicado más arriba. Hay que conformarse, ante todo, con la voluntad de Dios significada, aceptando con rendida sumisión y esforzándose en practicar con entrañas de amor todo lo que Dios ha manifestado que quiere de nosotros a través de los preceptos de Dios y de la Iglesia, de los consejos evangélicos, de los votos y de las reglas, si somos religiosos; de las inspiraciones de la gracia en cada momento. Y hemos de abandonarnos enteramente, con filial confianza, a los ocultos designios de su voluntad de beneplácito, que, de momento, nos son completamente desconocidos; nuestro porvenir, nuestra salud, nuestra paz o inquietudes, nuestros consuelos o arideces, nuestra vida corta o larga. Todo está en manos de la Providencia amorosa de nuestro buen Dios, que es, a la vez, nuestro Padre amantísimo: que haga lo que quiera de nosotros en el tiempo y en la eternidad.

5. Frutos y ventajas de la vida de abandono en Dios. – Son inestimables los frutos y ventajas de la vida de perfecto abandono en la amorosa providencia de Dios. Aparte de los ya señalados al hablar de su excelencia, merecen recordarse los siguientes:1.º Nos hace llevar una vida de dulce intimidad con Dios, como el niño en brazos de su madre.2.º El alma camina con sencillez y libertad; no desea más que lo que Dios quiera.3.º Nos hace constantes y de ánimo sereno a través de todas las situaciones: Dios lo ha querido así.4.º Nos llena de paz y de alegría: nada puede sobrevenir capaz de alterarlas, pues sólo queremos lo que Dios quiera.5.º Nos asegura una muerte santa y un gran valimiento delante de Dios: en el cielo, Dios cumplirá la voluntad de los que hayan cumplido la de Él en la tierra.(Fuente: "Teología de la perfección cristiana" - A. Royo Marín. BAC.)